RESCATES EN EL MEDITERRÁNEO
Capítulo VII: Subsaharianos en Libia

RESCATES EN EL MEDITERRÁNEO: Subsaharianos en Libia

“No vemos lo que pasa antes del rescate. Lo leemos, lo interpretamos. O ellos nos lo cuentan”, dice el coordinador de MSF, Jean-Philippe. Conflictos, torturas, explotación. Personas de muchas razas y credos, con un pasado caótico. Los rescates y los naufragios en el Mediterráneo no son suficientes para explicar lo que hay detrás: el momento de la historia con más personas fuera de sus hogares debido a la violencia.

¿Qué pasa en la ruta Libia-Italia? A bordo del Dignity está Ismail Mohamed Baare, uno de los rescatados en la última operación. Es de Ghana. Su historia es la misma que la de miles de subsaharianos atrapados en el caos de la Libia posgadafista. Llegan a bordo desesperados. “Prefiero morir antes que volver a Libia” es una de las frases más repetidas a bordo del Dignity. A Ismail y a su mujer, que está embarazada, los devolvieron allí. Pero esta vez llegarán a Italia.

—Llegué a Libia hace dos años. Trabajaba para una compañía telefónica como limpiador y luego como vendedor. Quería quedarme, pero ya no podía más. Allí nos tratan como a esclavos. Hay armas por todos lados, cualquier persona te puede golpear si no eres libio. A mí me pasó varias veces. Me robaron, me amenazaron, me golpearon. A plena luz del día. 

Ismail junto a su mujer a bordo del Dignity (© Anna Surinyach).

Ismail y su mujer decidieron marcharse. Contactaron con un traficante, pagaron y se subieron a una barcaza. Pero Libia no se acaba hasta que no se superan las 12 millas náuticas que separan las aguas territoriales de las internacionales.

—Salimos a las diez de la noche, pero el teléfono por satélite que se usa para avisar de que necesitas ser rescatado no funcionaba. Nos quedamos allí, flotando en el mar, a la espera de un rescate. Llegó un barco con tres personas; pensábamos que era un barco de rescate, pero no, eran libios. Nos preguntaron de dónde éramos, cuántos éramos… Nos abordaron, nos robaron el motor y nos dejaron allí, en mar abierto, durante horas. Luego apareció otro barco libio, pero de una compañía petrolífera. Nos rescataron, nos dieron comida y nos dijeron que nos llevarían a Italia. De repente vimos dos lanchas con banderas libias. Entonces supimos que nos iban a entregar a las autoridades. Nos llevaron al campo de detención de Zauiya; había miles de personas. Allí te quitan el dinero y todo lo que llevas, hasta las sandalias. Te desnudan en público, no teníamos lavabos, nos golpeaban, había disparos. Si tienes familiares y puedes pagar, te liberan. Si no, te quedas allí.

La pareja logró salir del campo. Tenían miedo de que les pasara otra vez lo mismo, pero volvieron a intentarlo. Querían salir de Libia. Ya no había vuelta atrás.

—Esta vez lo hemos logrado. Salimos a las tres de la madrugada, navegamos mar adentro. Al principio escapábamos porque pensábamos que el barco de MSF, que venía hacia nosotros a gran velocidad, era un barco libio. Pero pronto entendimos que era una organización que intenta ayudar a la gente, y entonces nos detuvimos.

Ismail no tiene ni idea de lo que hará después del desembarque, cuando llegue a Italia. No ha hecho planes. No tiene familiares en Europa. Su mente sigue atrapada en Libia y en la enloquecida situación que se vive en el Mediterráneo. 

Ismail compartía unos pequeños prismáticos con sus compañeros (© Anna Surinyach).

—Solo quiero llegar sano y salvo a Italia para tener paz interior. Libertad. Tendremos un niño en septiembre. Nacerá allí, será mejor para él. Espero tener buena suerte. Libia es un caos, no sé ni cómo explicarlo, no encuentro las palabras. Italia está muy lejos de aquí y estos barcos de rescate tienen que venir hasta aquí, los trabajadores humanitarios tienen que venir al mar a salvarnos, y pueden tener problemas porque Libia está aquí mismo.

Silencio.

—Solo puedo dar las gracias a toda la gente que trabaja en este barco.