RESCATES EN EL MEDITERRÁNEO
Capítulo I: Primero la dignidad

RESCATES EN EL MEDITERRÁNEO: Primero la dignidad

Médicos Sin Fronteras siempre ha trabajado en tierra. En guerras, en campos de refugiados, en epidemias, en terremotos, en ciudades tomadas por el Ébola, en la montaña, en el desierto. Por primera vez en su historia, en 2015 la organización se vio obligada a salvar vidas en el mar. Ante la emergencia humanitaria en el Mediterráneo, ante la pasividad de la Unión Europea, ante las miles de personas que perdían la vida intentando cruzar una de las fronteras más peligrosas del mundo, MSF tomó la insólita decisión de adentrarse en nuevos territorios. Esta es la historia de uno de los barcos de rescate que puso en el agua para intentar evitar que el Mediterráneo siga siendo un cementerio.

El Dignity I, en alta mar y listo para el rescate (© Anna Surinyach).

El 13 de junio de 2015, el Dignity I zarpó del puerto de Barcelona rumbo a la zona de rescate, a unas decenas de millas náuticas de Libia. Fabricado en 1971, sus 50 metros de eslora son incomparables con la enormidad de las fragatas militares. El Dignity antes se llamaba Furore-G, navegaba en el Mar del Norte y trabajaba en el abastecimiento de plataformas petrolíferas. La biografía del barco cambió para siempre: del petróleo a las personas.

Rebautizado y reformado para la ocasión, el Dignity navega desde entonces, durante los meses de más salidas de barcazas, en las tibias aguas del Mediterráneo. En popa y en cubierta, se habilitaron zonas para los rescatados. Se instaló una clínica para atender a heridos, embarazadas y enfermos. A bordo subieron médicos y logistas acostumbrados a Sudán del Sur o a Afganistán, y que se vieron obligados a aprender las leyes del mar. En sentido inverso, capitanes, contramaestres y marineros pasaron de la marina mercante o los yates de lujo a aprender las leyes de la ayuda humanitaria. 

El ritmo de muertes en el Mediterráneo supera al de algunas guerras. En una zona de conflicto, un hospital solo supone una pequeña ayuda, un rayo de luz. Lo mismo sucede con un barco de 50 metros en un mar que no para de tragarse vidas. Un barco que ni siquiera estaba construido para eso. La inmensidad del mar. La salida de decenas de barcazas. Naufragios, accidentes. Pero la pasión humanitaria es poderosa: ante situaciones desesperadas, soluciones desesperadas. Primero la vida. Primero la dignidad.

Nos subimos al Dignity.