LA RUTA DE SIRIA A EUROPA
Capítulo IX: Ruta

LA RUTA DE SIRIA A EUROPA: Ruta

Esta es la ruta de la vergüenza. Este es el camino de penurias que deben recorrer los refugiados que intentan llegar a Europa. La ausencia de vías legales y seguras les empuja a jugarse la vida en el mar y recorrer miles de kilómetros en busca de seguridad.

Miedo e incertidumbre. Este es el primer contacto con la Unión Europea que tienen los refugiados que llegan a las islas griegas en lanchas neumáticas. | ANNA SURINYACH
Mujeres, niños, personas con discapacidad… En la ruta no solo se ven jóvenes varones: familias enteras intentan llegar a Europa. | ANNA SURINYACH
Durante buena parte de 2015, la llegada de barcazas a la isla griega de Lesbos fue continua. Las playas estaban atestadas de chalecos salvavidas y de los restos que dejaban atrás los refugiados. | ANNA SURINYACH
Una vez en Grecia, los refugiados tienen que registrarse. Muchos no llevan documentos. Otros, como esta familia, se obsesionan e intentan guardar y preservar todo lo que tienen para identificarse. | ANNA SURINYACH
Colas en el puerto de Lesbos: desde aquí, los refugiados toman un ferry comercial que les lleva a Atenas. Allí empieza la ruta terrestre. | ANNA SURINYACH
No tienen tiempo que perder. En cuanto llegan a Atenas, los refugiados se suben a un autobús que les lleva a la frontera con Macedonia. | ANNA SURINYACH
Es una crisis diferente. Los refugiados no solo necesitan asistencia humanitaria. También orientación, wifi, GPS: necesitan guiarse. | ANNA SURINYACH
Frontera entre Grecia y Macedonia. La mayor parte del recorrido la hacen en tren o autobús, pero las autoridades también los obligan a caminar para llegar a pasos fronterizos irregulares. | ANNA SURINYACH
Miles de personas se agolpan en la frontera entre Serbia y Croacia, en el lodo y la suciedad; se quedaron bloqueadas durante más de un día. | ANNA SURINYACH
Esta es la frontera entre Serbia y Croacia poco después de que las autoridades croatas decidieran abrir la frontera y dejar que los refugiados entraran. | ANNA SURINYACH