LA RUTA DE SIRIA A EUROPA
Capítulo II: Campo

LA RUTA DE SIRIA A EUROPA: Campo

— Díselo. Explícale a este señor por qué estamos aquí —dice el padre.

— Misiles —dice la hija, de 4 años.

Es un diálogo en el campo de refugiados sirios de Zaatari. La pequeña, mientras pronuncia despreocupadamente la palabra, ni siquiera aparta la mirada de sus juegos. Sonríe con dulzura. Pronuncia la palabra como lo que es: una rutina para los millones de sirios atrapados en su país. Y un pasado demasiado cercano para los cuatro millones que han logrado escapar.

Zaatari es uno de los mayores campos de refugiados del mundo. A principios de 2016, acogía a 80.000 personas. Es una ciudad-refugio. Aquí nada es provisional: afloran por doquier tiendas de ropa, de reparación de bicicletas, fruterías. Hay una calle interminable que ya ha sido bautizada, quién sabe si de forma irónica, ‘los Campos Elíseos’. Se cruza con ‘la Quinta Avenida’.

 

Un comercio en el campo de refugiados de Zatari. | ANNA SURINYACH

En este campo, el único hospital en el que los pacientes pueden ser ingresados es el que gestiona MSF. Tiene 40 camas. Antes era un hospital pediátrico pero se reconvirtió en un centro para heridos de guerra que han sido operados y necesitan rehabilitación. “A veces nos llegan de golpe muchos heridos del mismo barrio sirio, porque ha habido un ataque. Muchas de las personas que vemos aquí serán dependientes el resto de su vida. Algunas lo aceptan, otras no”, explica Layaly Gharaybeh, que supervisa las labores de enfermería.

Asombra ver el número de sillas de ruedas que circulan no solo por el hospital, sino por todo el campo. Y sin embargo, algunos de los que ya no pueden caminar quieren incluso volver a Siria. Porque están solos. Porque su familia se quedó atrás.

Hassán (nombre ficticio) lleva un chándal gris con capucha. Tiene 15 años. Con una especie de tic nervioso, desplaza constantemente su silla de ruedas hacia delante y hacia atrás. “Hace cuatro meses estaba en un entierro y lanzaron un barril bomba. A partir de ahí no recuerdo nada más”. Hassán sufrió heridas en la pierna y todo el costado izquierdo. Perdió la visión de un ojo, pero los médicos son optimistas: creen que podrá volver a caminar.

 

Hassan resultó herido en un ataque aéreo y ahora se rehabilita en una clínica de MSF en Jordania. | ANNA SURINYACH

“Cuando llegó estaba deprimido, no podía hablar a causa del ataque, le costaba. No quiso tener comunicación conmigo durante un mes. Su primo nos ayudó, y después de mucho trabajo, empezó a mejorar y a relacionarse con la gente”, cuenta Amani al Mashaqba, que da apoyo psicosocial a los heridos.

 

Hassan espera volver a caminar. | ANNA SURINYACH

Lo que le duele ahora más a Hassán es estar lejos de su tierra y de su familia. No para de repetirlo. “Antes jugábamos al fútbol en un patio, detrás de casa. Unos eran del Barça y otros del Madrid”, evoca, mientras no para de deslizar la mano por la silla de ruedas, como si quisiera patear un balón. “Mi familia me envía fotos al móvil, pero eso no es suficiente. ¿Qué es una persona sin su familia?”, se pregunta. Hassán dice que quiere estar con ellos. Y dice que cuando se recupere, si no han podido cruzar la frontera y llegar a Jordania, él volverá a Siria por sus propios medios y se reunirá con ellos. Cuando camine, caminará hacia Siria.