LA RUTA DE SIRIA A EUROPA
Capítulo VIII: Asistencia

LA RUTA DE SIRIA A EUROPA: Asistencia

“Mi fábrica era como todo este puerto”. Desde un rellano destartalado, Akram Jabri, de 60 años, extiende sus brazos para abarcar el puerto griego de Lesbos. Le rodean su mujer, dos hijos, un yerno, tres nietos –uno de ellos recién nacido–. Sus mochilas descansan contra un muro cubierto de grafitis: dos ojos gigantes y colores que imitan la bandera griega. Akram aún no ha salido de su asombro. No puede creerse que sea un refugiado.

Los Jabri tenían varias fábricas –entre ellas una de jabones y otra de cartones– en el que era el nervio económico de Siria antes de ser destruido por la guerra: Alepo. “Entraron los rebeldes y seguimos trabajando. Pero hubo una ofensiva del Ejército sirio, combatieron con el Estado Islámico y todo quedó destrozado”, recuerda Akram, aún incrédulo. Él no lo cuenta pero su hijo dice que casi se quedó ciego al comprobar que la fábrica había desaparecido. Un sueño desvanecido.

Conocemos a Akram y a su encantadora familia cuando están a punto de tomar el ferry desde Lesbos a Atenas. Antes, cruzaron todo el corredor de Alepo hasta llegar a la frontera con Turquía, durmieron varios días en garajes, viajaron a Estambul y desde allí fueron transportados a la costa turca. Se subieron a un frágil bote inflable y llegaron a Lesbos. Los traficantes de personas están haciendo negocio con refugiados como estos.

Akram insiste en que esta situación es terrible para ellos. Que no están acostumbrados. Que no estaban preparados. Me atrevo a interrumpirle para resolver una duda.

- ¿Dónde has dicho que estaba tu fábrica?

- En Alepo. En la ciudad industrial.

- ¿Ah, sí? Allí MSF tenía un hospital.

- ¡Sí! Ya lo sé. Íbamos muy a menudo. Nos daban los medicamentos que necesitábamos y era gratis.

MSF ha vuelto a aparecer en su vida, porque en el puerto de Lesbos hay montada una clínica móvil, le digo. Se miran los unos a los otros, e inmediatamente llevan al más pequeño de la familia, con apenas un mes de vida, a que vea a un médico.

Si algo duele en el mundo, allí está MSF.