EL LABERINTO DE SUDÁN DEL SUR
Capítulo VIII: Libertad

EL LABERINTO DE SUDÁN DEL SUR: Libertad

"¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué nací aquí, en este país? Me lo pregunto muchas veces. Evidentemente, nadie me contesta". 

Samuel Makuach, de 23 años, es un joven ambicioso. Nació en Sudán del Sur, aunque él se pregunte por qué, aunque él quizá se lamente de ello.

Cuando estalló la guerra a finales de 2013, Samuel vivía en Malakal. Su tía se refugió en el cercano recinto de protección para civiles de la ONU. Él huyó como pudo. Cruzó a nado el río Nilo y se instaló al otro lado, en la aldea de Wau Shilluk.

Allí, su vida cambió: durante un brote de cólera, empezó a trabajar como intérprete para Médicos Sin Fronteras. "Al principio quería ganar algo de dinero e irme. Pero es muy difícil". No es el único motivo: Samuel también se ve ligado a su tierra, se siente en la obligación de ayudar a su gente.

Nunca hay normalidad en la violencia. Samuel es un buen ejemplo. La guerra empezó hace tiempo pero él nunca parece acostumbrarse. No quiere aceptarlo.

¿Por qué querías irte de Sudán del Sur?

"Porque no quiero morir —responde con franqueza—. Es mejor irse. No quiero ver a gente morir, no quiero ver cadáveres, no quiero perder a amigos".

Samuel Makuach leyendo la autobiografía de Nelson Mandela, El largo camino hacia la libertad. | ANNA SURINYACH

Cuando lo entrevistamos, el libro que está leyendo es El largo camino hacia la libertad, la autobiografía del líder sudafricano Nelson Mandela. No es una lectura cualquiera: mientras se pierde en la densidad del libro, su mente mira al futuro, se le mezclan pensamientos y contradicciones, piensa en lo que quiere hacer con su vida. En la bisoñez de sus ojos se esconde una luminosa madurez. "No estoy leyendo este libro para liberar a Sudán del Sur —dice con una media sonrisa irónica en la cara—. Mi único plan es liberarme a mí mismo, no a Sudán del Sur".

Liberarse, darse libertad. "Soy un ser humano, como Mandela", dice.

No hay utopía en sus palabras, solo una lógica pasmosa, un discurso de la cordura, de la normalidad.

"Somos personas, no animales. Tenemos planes, como cualquier persona normal en el mundo. Aquí, en los campos, todo el mundo está planeando volver a su vida normal".

¿Volverán? 

El joven Samuel Makuach, en su choza en Sudán del Sur. | ANNA SURINYACH